El Palau Blaugrana fue escenario de una nueva muestra de desconexión entre el equipo y su público. Con solo 4.125 espectadores —muchos de ellos lituanos—, el Barça volvió a ofrecer una imagen preocupante y cayó sin paliativos ante Zalgiris.
El Barça Basket firmó un auténtico naufragio en el Palau Blaugrana al caer por 73-88 ante el Zalgiris Kaunas, en una noche que deja mucho más que una derrota: deja preocupación, dudas y una creciente desafección de la afición. El equipo de Joan Peñarroya fue superado con claridad por un rival más intenso y más comprometido, en un Palau semivacío, con apenas 4.125 espectadores, muchos de ellos lituanos, que fueron quienes más celebraron en las gradas.
El partido empezó con un 0-9 de salida que simbolizó el descontrol que se avecinaba. El Barça salió sin energía, sin conexión, y con una defensa que apenas existió. El Zalgiris, liderado por Maodo Lo, dominó el primer cuarto (14-26) ante un rival que nunca pareció entender el ritmo ni la exigencia del encuentro. Las pérdidas, los tiros precipitados y la falta de intensidad marcaron la tónica de un equipo que se vio superado física y mentalmente.
En el segundo cuarto, un pequeño brote de orgullo, con un 3+1 de Joel Parra y el empuje de Toko Shengelia, dio algo de vida al Barça, pero fue un espejismo. Zalgiris mantuvo la serenidad, siguió encontrando tiros cómodos y se marchó al descanso con un 39-52 que reflejaba la impotencia culé.
El tercer cuarto fue el punto más bajo del naufragio. El Barça perdió totalmente el control del juego, mientras el conjunto lituano se desató con ritmo, acierto y confianza. El marcador llegó a mostrar un demoledor 48-73, que hizo retumbar el malestar del Palau. Los pitos y las pañoladas se hicieron oír en un ambiente de frustración y resignación. En el último cuarto, un parcial de 9-0 maquilló el resultado, pero no cambió la sensación de que el equipo está a la deriva.
Joel Parra fue el único que mantuvo la dignidad competitiva, con 17 puntos, mientras que Maodo Lo (20) y Sirvydis (14) lideraron a un Zalgiris serio y disciplinado. El Barça cerró con un pobre 36% en tiros de campo y 7 de 22 en triples, estadísticas que retratan su falta de claridad. Los parciales (14-26, 25-26, 15-23, 19-13) confirman que el rival dominó de principio a fin.
“Hemos hecho un muy mal partido; el vestuario está tocado”, admitió Peñarroya, consciente de que el problema va más allá del resultado. El equipo acumula un balance de 3-3 en Euroliga, pero lo más alarmante no está en la tabla, sino en la fría atmósfera del Palau, cada vez más distante. La grada, que antaño era un fortín, se ha convertido en un reflejo del desencanto: pocos aficionados, poco ambiente, y una sensación de desconexión creciente con el equipo.
Mientras el Zalgiris celebraba su victoria de prestigio arropado por una nutrida presencia de hinchas verdes, el Barça se marchaba entre el silencio y los silbidos. Una noche gris que, más allá del resultado, deja un mensaje claro: el Barça no solo necesita reencontrarse con su juego, sino también con su gente.
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