En la noche de Halloween, el Barça protagonizó su propio truco en el Stark Arena: un triple fantasmagórico de Will Clyburn desde casi nueve metros que silenció a Belgrado y dio a los azulgranas una victoria de puro infarto (76-78) ante el Partizán. Un triunfo de carácter, de resistencia y de fe que confirma el crecimiento del equipo de Joan Peñarroya en esta Euroliga, y que deja claro que, cuando hay que asustar a los rivales, este Barça sabe cómo hacerlo.

El inicio del partido fue digno de una película de terror para los azulgranas: pérdidas, desajustes en defensa y un Partizán desatado al calor de su público. Los serbios dominaron el rebote ofensivo y amenazaron con enterrar pronto al Barça. Pero el conjunto catalán no se dejó llevar por el miedo. Con Tornike Shengelia en modo monstruo —20 puntos, +42 de valoración y MVP de la jornada—, el equipo fue recuperando pulso y confianza hasta igualar el marcador antes del desenlace final.

Y cuando el partido se convirtió en un duelo de nervios, apareció Clyburn con su varita mágica para obrar el hechizo definitivo. Con el tiempo casi agotado y el ruido del Stark Arena rugiendo como una tormenta, el estadounidense se elevó desde nueve metros y clavó un triple que heló la sangre de los serbios. El público, que hasta entonces era un rugido, quedó petrificado. Truco o trato: el Barça eligió el truco, y el botín fue de oro.

“Ha sido un partido increíble. Al final era 50 a 50 y tuvimos algo de suerte, pero el equipo mostró carácter los 40 minutos”, reconoció Peñarroya tras el choque. El técnico egarense volvió a subrayar la mejora defensiva de su equipo, aunque advirtió que “aún falta solidez” y recordó las bajas de Núñez y Laprovittola, dos piezas clave en el engranaje azulgrana.

La victoria, quinta en la Euroliga y duodécima consecutiva en Belgrado en fase regular, tiene un valor doble: confirma la buena dinámica del Barça y, sobre todo, su capacidad para ganar en escenarios infernales. Porque si algo quedó claro en esta noche de Halloween es que el Barça ya no teme a los fantasmas: los conjura a base de carácter, defensa y talento.

Clyburn dio el susto, Shengelia fue el alma, y Peñarroya el director de una función que tuvo suspense, épica y un final digno de una historia de miedo con final feliz.