Los leones se imponen a las hienas en el abismos de Helm Culé. El Barça transformó la urgencia en orgullo, reaccionó como un depredador herido que aún tiene hambre de Final Four.
Por Alejandro García
Y el Abismo de Helm se abrió por última vez generando una tormenta perfecta entre equipo y afición que acabó igualando la serie y el 0-2 con el que viajaba el cruce a Barcelona, vuelve a Mónaco con 2-2 y un equipo que cree que puede ganar el quinto en Mónaco.
El equipo de Joan Peñarroya entró como un vendaval en el encuentro con un Jabari Parker inspiradísimo y Mónaco solo encontraba vías de anotación a base de contados triples y tiros libres. Estos últimos dejaron una diferencia flagrante de 2-17 con un protagonista claro en la figura del alemán Lottermoser.
Mónaco encontraba la manera de recortar los 15 puntos de ventaja que llegaron a tener los azulgranas, pero en el último minuto, cuando el equipo estaba desquiciado (12-24 fue el parcial del segundo asalto con cuatro libres finales por faltas y técnicas para Mónaco), como si de los ents en El Señor de los Anillos se tratara, el público alzó la voz y montó un estruendo sonoro que dejó claro a los colegiados el descontento lógico y evidente por el devenir de la dirección del partido en la primera mitad.
Y en la segunda, la situación viró completamente con un Mónaco que apenas fue a la linea del 4,60 y un Barça que lo hizo de manera asidua. El dicho dice que «quién no llora no mama» y no debería ser así, pero la realidad es que no fue hasta la explosión del Palau cuando la tortilla se volteó.
Con esta situación y un partido sumamente equilibrado, 23-20 de parcial en el tercero, se llegaba a un último cuarto 58-58 y con todo por decidir.
Un último parcial en el que con sus errores porque los hubo, el Barça se impuso en las trincheras con Fall y Willy sembrando el pánico en la zona monegasca y emergió el que no le servía a Grimau, el que nunca se esconde, el del picotazo venenoso que va anestesiando poco a poco al rival, Don Darío Brizuela Arrieta.
Tras fallar un triple en la esquina completamente liberado, su respuesta fue meter un canastón, forzar una falta en ataque y un 2+1 a continuación para desatar la locura blaugrana en el Palau y poner el 64-60.
Mónaco se agarraba al encuentro y volvía una y otra vez a reducir la desventaja. Tras una más que posible falta a Punter que no se señaló y acabó en robo de Mike James, esta vez sí Peñarroya detuvo el encuentro al instante, sin embargo, de nuevo volvían las ‘hienas’ monegascas a morder.
Con 75-72 el equipo de Spanoulis jugaba para empatarlo dentro del último minuto. Jordan Loyd lo tuvo en sus manos, pero esta vez no entró; ese punto de suerte necesario en partidos tan parejos por fin cayó del lado azulgrana pese a no estar impoluto, en parte por el cansancio acumulado.
Jaiteh no pudo rescatar el rebote posterior, la pelota se fue fuera y desde los libres, Punter fue totalmente certero anotando los dos.
Mike James a la desesperada buscó el imposible con -5 y 15 segundos, pero la bola se quedó corta, el rebote fue culé y el Palau retumbó consciente de que la última batalla de la temporada en el Abismo de Helm se quedaba en Rohan, se quedaba en Barcelona.
Justin Anderson dijo en una entrevista que tras el segundo partido sintió que Mónaco eran hienas, pero ellos debían ser leones. El viernes lo fueron y el rugido de Aslan se escuchó hasta en El Principado. 2-2, la serie al quinto y los leones quieren más.
Martes a las 19:00, el desenlace, donde si no, en PickandRoll.TV
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